tag:blogger.com,1999:blog-30135241127719881932024-02-20T18:08:03.168-05:00Las Mujeres del Pantano Odian a HelenaEl siguiente Blog es la recopilación de Los Recuerdos de Helena. Dedicada a Hilenis Salinas "Helena", quien representa a la mujer que amo pero que nunca podré tener. Esa mujer perfecta que idealicé, que he creado en mi mente y en mi corazón. Helena es ella, y también es muchas de las mujeres que conozco, como mi madre, como mi abuela, y otras mujeres que amo. A Helena, y a mi vida, las más sinceras gratitudes por llenarme de felicidad. Gracias a mis amigos y a quienes amo.Iván D. Acosta Visbalhttp://www.blogger.com/profile/08900383772905767715noreply@blogger.comBlogger2125truetag:blogger.com,1999:blog-3013524112771988193.post-68958989122524730912012-09-11T19:03:00.002-05:002012-09-11T19:12:02.681-05:00 2.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<span style="color: #333333; font-family: Times, serif; line-height: 11.25pt;">Después de ese día,
cambié el portarretrato a mi habitación. Quería ver siempre esa imagen al
terminar cualquier día. Mas aun cuando a Helena Aycardi, la mujer perfecta,
odiaba mostrar fotografías de ella cuando pequeña.</span><br /><span style="color: #333333; font-family: Times, serif;"><span style="line-height: 15px;"><br /></span></span><span style="color: #333333; font-family: Times, serif; line-height: 11.25pt;">Solía ir a buscarla
todas las mañanas para ir a la Academia de Periodistas, la única escuela de
formación nacional de este oficio que quedaba en el territorio. Pese a que ello
significase retroceder más de quince cuadras en mi camino y tomar el metro
hasta nuestro destino. Yo, daría todo lo que tuviera por volver a ver su cabeza
recostada en el pórtico de su casa diciéndome de nuevo que he llegado puntual o
que si hubiera demorado un minuto mas quizá no alcanzaríamos a tomar la ruta 16
de la estación central. Ella, desde un principio propuso que me sentara de
primero, así no le daría el puesto a cualquier otra jovencita o adulta mayor
haciendo alarde de mi caballerosidad. Tuve que acceder, pero lo que ella no
sabía era que sentándome de cualquier lado, de ningún modo yo iba a ceder el
puesto, sólo lo hice una vez, y fue para darle gusto a ella.</span><br /><span style="color: #333333; font-family: Times, serif;"><span style="line-height: 15px;"><br /></span></span><span style="color: #333333; font-family: Times, serif; line-height: 11.25pt;">En la primera
parada, la estación 18B solo recogía una pasajera, la insoportable Aleida Blender, y digo insoportable porque no es justo hablar
mal de una mujer cuyos padres no creo que hayan querido engendrar. Aleida era
nuestra compañera de curso. Extraña en todas las acepciones de la palabra. Y
egoísta hasta con su persona. Alguna vez, que no quiero recordar, ella y yo
fuimos amigos, de esos amigos posesivos que quieren ser mas, pero para mi
fortuna logré descubrir la apuesta que sostuvo con sus otras tres colegas del
pantano. Esto, porque las mujeres del pantano odiaban a Helena.</span></div>
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Iván D. Acosta Visbalhttp://www.blogger.com/profile/08900383772905767715noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3013524112771988193.post-24718517368110335092012-08-24T19:28:00.001-05:002012-09-11T19:03:52.824-05:00Recuerdos de Helena<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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Recuerdos de Helena</h2>
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1998-2015<o:p></o:p></div>
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<b>Cuando las personas mueren por lo general las empezamos a
amar mucho mas. Mucho mas.</b><o:p></o:p></div>
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<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">La mujer de mi vida se llama Helena. Quizá también sea la
mujer de mi muerte. Aunque en estos momentos no lo puedo determinar, su memoria
me envenena hasta los poros de la piel. Recuerdo que la primera vez que la vi
estaba a mis espaldas, gritaba cual pájaro recién mojado y debo confesar que en
ese momento tuve miedo. El mismo miedo de cuando nos casamos, cuando hicimos el
amor, y cuando con su mirada agonizante me dijo antes de morir que viviera mi
vida como si fuera la única que tuviera. Y creo que así lo he hecho. Pese al sinsentido que posee la misma frase
y hasta mi propia vida.</span></div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">
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</o:p><div style="text-align: justify;">
Un día llevé a Helena
a mi casa. Vestía unos jeans, blusa blanca ajustada, y sus sandalias café
preferidas. Su mochila tejida, igual que la de su hermano, y cruzada de lado
izquierdo, combinaba con sus rizos recien cortados y en ese entonces color
chocolate; un nuevo chocolate que bañó sus rizos por primera vez a causa de un
tinte que yo le obsequié. Estando en
casa, se sentó, cruzó la pierna, siguió observando con detenimiento toda la
estancia y me dijo: -Noah, yo tengo una foto igual a esa, me la tomaron mis
padres a los seis años, y también estoy aferrada a la misma roca. No dijo más,
fue sin despedirse, corrió como una niña cuando reprime sus ganas de llorar; y
volvió pasados quince minutos.</div>
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</o:p><span style="line-height: 115%;"><div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 115%;">En sus manos traía una foto algo doblada. Al
entrar, su mirada seguía fija en el porta retrato que antes me había
mencionado. Lo tomó en sus manos, dispuso sus partes al abrirlo y ubicó su foto
sobre la mía y me dijo: -ahora tu cuadro ya está completo.</span></div>
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Iván D. Acosta Visbalhttp://www.blogger.com/profile/08900383772905767715noreply@blogger.com4